domingo, 1 de febrero de 2015

Los cuarenta años de La verdad sobre el caso Savolta

Se cumplen cuarenta años de la publicación de la novela de Eduardo Mendoza, La verdad sobre el caso Savolta, que supuso un revulsivo para la novela española. Ambientada en la Barcelona 1917 y los años posteriores, refleja las tensiones vividas al calor de la especulación provocada por la Gran Guerra, con los patronos y los anarquistas disputándose a tiros el prodominio sobre la ciudad. Varios artículos de prensa han recogido la importancia de esta novela.
He aquí un fragmente que resume el funcionamiento del sistema político en las primeras décadas del siglo XX:
"Sobre la situación política española tenía también ideas claras:
-Este país no tiene remedio, aunque me esté mal el decirlo en mi calidad de extranjero. Existen dos grandes partidos, en el sentido clásico del término, que son el conservador y el liberal, ambos monárquicos y que se turnan con amañada regularidad en el poder. Ninguno de ellos demuestra poseer un programa definido, sino más bien unas características generales vagas. Y aún esas cuatro vaguedades que forman su esqueleto ideológico varían al compás de los acontecimientos y por motivos de oportunidad. Yo diría que se limitan a aportar soluciones concretas a problemas planteados, problemas que, de unos años o unos meses el viejo problema revienta los remiendos, provoca una crisis y el partido a la sazón relegado sustituye al que le sustituyó. Y por la misma causa. No sé de un solo gobierno que haya resuelto un problema serio: siempre caen, pero no les preocupa porque sus sucesores también caerán.
“En cuanto a los políticos, desaparecidos Cánovas del Castillo y Sagasta, nadie ha ocupado su puesto. De los conservadores, Maura es el único que posee inteligencia y carisma personal para disciplinar a su partido y arrastrar a la opinión pública tras él, al menos, sentimentalmente. Pero su orgullo le desborda y su tozudez le ciega. Con el tiempo crea disensiones internas y enfurece al pueblo. En cuanto a Dato, el hombre de recambio del partido, carece de la necesaria energía y le cuadra el apodo que le aplican los mauristas despechados: “el Hombre de la Vaselina”.
“Los liberales no tienen a nadie. Canalejas se quemó en salvas que decepcionaron a todos hasta que un anarquista le voló los sesos ante el escaparate de una librería. Los liberales, en suma, se sostienen sobre la sola baza del anticlericalismo, recurso que surte un efecto popular, facilón inútil y breve. Los conservadores, por el contrario, aparentan ser beatones y capilleros. Así ambos halagan los bajos instintos del pueblo: éstos, la blandura sensiblera católica, aquellos, el libertinaje anarquizante.
“Dentro de los partidos la disciplina es inexistente. Los miembros se pelean entre sí, se zancadillean y tratan de desprestigiarse los unos a los otros en una carrera disparatada por el poder que perjudica a todos y no beneficia a nadie.

“Estos dos partidos, sin base popular y sin el apoyo de la clase media moderada, están condenados al fracaso y conducirán al país a la ruina". 

Por otra parte, en 1979 Antonio Drove dirigió una magnífica adaptación cinematográfica de la novela.


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